De México a Reynosa Tamaulipas

Les quiero platicar un poco la historia de una aventura de cuando era apenas un adolescente. Esta aventura esta protagonizada por uno de mis amigos a quien llamaremos Frank y obviamente por mi.

En aquellos años acabábamos de terminar la secundaria y se nos ocurrió salir de aventura hacia el norte de México. esta historia la tengo escrita en un pequeño libro pero aquí les comparto un poco.

Este libro está dedicado para todos mis amigos de la juventud de quienes tengo muy bonitos recuerdos y aventuras. Y hoy quiero compartir una de ellas con ustedes queridos lectores. Gracias por empezar un viaje por medio de la lectura de este blog.

El día que nos fuimos de Aventura.

Prepara tu equipaje! —le dije a mi amigo Frank — “mañana saldremos al amanecer”— él se quedó pensativo por un momento y luego respondió — “estoy listo nos iremos al clarear el alba” —. A la mañana siguiente abordamos un camión local con dirección a la caseta de Tepotzotlán, cuando llegamos ahí, todavía estaba oscuro, las luces de los faroles que estaban a la orilla del acotamiento de la carretera, eran muy tenues, se escuchaba el vaivén de los coches y camiones cuando disminuían la velocidad para pagar su cuota en las casetas y después empezaban a acelerar la velocidad hasta perderse en la oscuridad de la carretera, después de observar un poco la situación le dije ” vente, allá es donde se ve que llegan los camiones foráneos, vamos a ver si hay alguno que nos lleve hacia Reynosa” – está bien vamos respondió él – Los camiones que llegaban llevaban diferentes destinos y mientras esperábamos a que llegara el nuestro le dije ” ¿Como vez si desayunamos algo? mira! allá está un carrito de tamales, – me parece bien vamos realmente ya tengo hambre y necesitamos comer algo antes de partir– dijo él, <<¿a cómo son las tortas de tamal?>>–le pregunte al tamalero – ” la torta cuesta once pesos y a seis el champurrado ” dijo el tamalero, – deme dos tortas y dos champurrados – <<¿de qué quieres tu tamal de rojo o Verde?>> Le pregunte a mi amigo, — “verde está bien”– me contesto. Ese desayuno nos supo a gloria pues eran la primera comida del día.

  Ya eran alrededor de las 8:00 de la mañana cuando por fin abordamos el camión con destino a Reynosa Tamaulipas, de suerte que todavía encontramos lugares vacantes, ya que estos camiones salen de una terminal camionera donde se compran los boletos, y normalmente ya casi no levantan pasaje en el camino, solamente en esa caseta de Tepotzotlán, debido a que es la salida de la carretera México Querétaro, y es el camino que nos lleva hacia el norte de México.

 << ¿Si crees que nos den posada en la casa de tu hermana? >> Le pregunte, –yo creo que si – dijo él, << ojalá que sí, pues ni si quiera le avisaste que vamos para allá>> – si yo sé– dijo con un tono un poco suave, y continúo hablando – “solo será en lo que encontramos un trabajo y un lugar donde vivir mientras ahorramos dinero y cruzamos la frontera” – << ¿Y tú cuñado crees que esté de Acuerdo? >> Le pregunté, ” No te preocupes olmeca, con el no hay lio es buena onda, y además te conoce ya vez cuanto tiempo vivieron en la colonia” – “si tienes razón y si no ya veremos qué hacer”– le contesté. Y así iban transcurriendo las horas mientras el camión se alejaba cada vez mas de la ciudad de México, y nosotros nos acercábamos al norte donde nos esperaban grandes sueños.

 Dos horas más tarde ya estábamos en Querétaro, el conductor del camión anuncio que haríamos una parada de quince a veinte minutos, para los que quisieran pasar al baño o comprar algún alimento.

 – Vamos a ver que hay y de paso al baño – le dije,

— vamos, aunque sea a estirarnos un poco porque el camino es largo — contesto él mientras que se iba levantando.

 Una vez que bajamos del camión nos detuvimos a contemplar, la gente iba y venía, varios camiones estaban alineados en sus respectivos andenes. El clima estaba un poco frio fue entonces que voltee al cielo y mire que estaba un poco nublado, y me empecé a poner un poco nostálgico fue hasta ese momento que me di realmente cuenta de que me estaba alejando del lugar que me vio crecer y que mi futuro era incierto.

Sobre la carretera 57

Cuando entramos a la estación para buscar los baños lo primero que vi eran los mostradores por un lado y las salas de espera por el otro. Había gente de pie esperando junto a sus maletas y otras sentadas esperando su salida. Varias personas se encontraban en los mostradores comprando sus boletos para viajar. Era emocionante ver tantos camiones foráneos en los andenes.

 Y bueno después de haber hecho un pequeño recorrido por la estación y de haber pasado al baño, nos regresamos a bordo para continuar con el viaje.

 —En que piensas— le pregunte, a mi compañero,

— bueno ojalá y nos alcance el dinero que traemos hasta que consigamos un trabajo, no me gustaría ser una carga para mi hermana y mi cuñado— dijo él.

— pues llegando y empezando, a ver si tu cuñado nos conecta con alguien —le conteste.

 —y por cierto en que trabaja tu cuñado— le pregunte.

— es cobrador o sea abonero— me dijo.

 —No pues está bien, seguramente conoce mucha gente—.

— sabes que me voy a echar un sueñito para olvidar las penas— dijo él

—pues yo te sigo no me caería mal una siestecita a mí también—.

 Cuando desperté de mi siesta, todavía íbamos sobre la carretera 57, y miré un letrero que decía “San Luis Potosí” con una flecha señalando hacia la derecha y “Santa María del Rio” con otra flecha señalando a la izquierda, acompañado por otro letrero que marcaba el límite de velocidad a 80 kilómetros por hora.

 El conductor llevaba tocando una canción que hablaba de una amarga navidad. Una de esas melodías que siempre van de la mano con una buena copa de licor. Mi mente hizo un retroceso, colocándome a lado de mis amigos de la colonia, donde usualmente nos reuníamos para pasar el rato y hacer de las tardes unas buenas charlas, tomando, al lado de un cartón de cervezas.

 Pero esos cotorreos por el momento se tenían que quedar atrás, yo iba en busca de un futuro mejor.

  Frank se empezó a mover y a enderezar la cabeza y enseguida abrió los ojos.

—¿Qué tal el sueñito carnal? —le pregunte, —no pues como anillo al dedo— respondió.

 El camión seguía su recorrido a una velocidad moderada. Y a través de las ventanas se podían ver los cerros que íbamos cruzando. Así como también algunos árboles verdes y frondosos que estaban de lado a lado de la carretera, la cual parecía una ruta sin fin. Justo donde estaba la desviación que decía “Monterrey cuota” y “Monterrey libre” comenzaba una travesía de unas enormes montañas. Poco después llegamos a la caseta y posteriormente a la desviación con rumbo a Nuevo Laredo.

 —Ya la llevamos de gane carnal! — exclame, — así es tal parece que ya estamos mas para allá que para acá— dijo él.

 Íbamos sobre la carretera 80. Cd Mante-el Huizache antes de llegar al Crucero de la Viga. cuando el conductor anunció que haríamos una parada otra vez. Para entonces ya teníamos hambre de nuevo.

 Paramos en un restaurante pequeño donde pudimos comer y esta vez comimos tacos con su respectiva bebida.

 —Así es Carnalito, fíjate que traigo muchas emociones encontradas—, yo acerté a decir. ¿Porque Olmeca? Pregunto él.

 —Pues ha de ser por miedo a lo desconocido. Se escuchan tantas historias de los peligros que acechan en la frontera, y eso me tiene un poco nervioso—comente. —y continue hablando—Además esta es la primera vez que salgo de aventura hacia el norte—. —Tu estate tranquilo—, dijo Frank. Y prosiguió. —nosotros vamos a tratar de ser cautelosos en todas las decisiones que tomemos y estaremos siempre alertas a cualquier peligro, Ok? , Ok?

 —Ya está así será—nos cubriremos las espaldas el uno al otro Ok? — y no dije más.

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